viernes, 31 de octubre de 2008

Puñales traicioneros

En ocasiones nos sentimos solos en nuestras vidas. Tal vez sea porque las personas que nos rodean no nos hacen ser tan especiales como nos gustaría, o, simplemente porque las personas con las que se presuponen más íntimas se convierten en una auténtica estafa. A veces, sientes un nudo en el estómago cuando piensas en cada puñalada que te han dado por la espalda. No puedes evitar cerrar los ojos y notar que esas ausencias en tu vida van a marcar un antes y un después y, es que, esas personas van a dejar una marca que el transcurso del tiempo puede que no acabe borrando. Entonces decides alejarte de esas vidas tal y como vinieron a ti; sin hacer ruido y de forma lejana y fría. Y sin embargo, cuesta tanto olvidar esas personas a pesar de todo el daño que hayan podido provocarte. Hoy he vuelto a entender que las personas que apartas de tu vida no tienen valor personal. Nunca deberías de pensar en aquello que jamás volverá a ser igual. Una vez dado un nuevo rumbo con esta gente, no puedes permitirte ni un ápice de compasión por ninguno y menos derramar una sola lágrima. Las cosas que decidimos en un momento de la vida tienen su eco sobre el resto de ella. Hay que limitarse a marcharse a vivir dónde no habitan ni olvido ni dolor, allí dónde cada vez que intentas coger otro camino no hay miedo a caerse o tropezarse en el. No pensar jamás en que ocurrirá si se nos vuelve a ir la luz y te encuentras en mitad de la calle sin saber muy bien en quién confiar, porque, esta vez vas preparados con velas que nos enseñarán a encontrarnos. Esos pequeños destellos de luz son la poca gente decente que nos rodea, esa gente a la que de verdad podemos denominar: Amigos para siempre. El suelo de la vida no puede vestirse jamás con hojas de un adiós. El destino de la vida es ser feliz y hoy me he propuesto que cada día el sorteo me toque a mí. No voy a pedir a nadie permiso para vivir, no voy a permitir que nadie guíe mi vida, no voy a dejar que ninguna persona amargue mis deseos de ser feliz. Es sencillamente lo más feliz que se pueda simplemente por molestar a todos los que no lo desean. La vida es un continuo tejemaneje de putadas y traiciones hasta que te das cuenta de que con todas ellas te puedes hacer un llavero porque no te importan verdaderamente un carajo. ¿A quién le importará que vaya mal afeitado, vista como un yonki o me pase por la vida sin un duro? Es mi vida, y todo lo que me critiquen no importa. Por mucho que la oscuridad me marque el camino quedan unas poquitas velas que nos ayudan a seguir por el. Hoy es el momento. Ahora es el lugar. No me importa lo que se diga de mi, mi estilo de vida es lo que me hace diferente. Una vez recibido tantos disparos a quemarropa no te queda más que levantarte y agarrate bien fuerte de las manos que te han ayudado de verdad. Esas manos que han estado ahí sin que te dieras cuenta. Esas personas que han pasado de ser poco a ser un todo en tu vida. Esa gente que ya sois parte de mi cada vez más pequeño círculo de la vida. Parece que ya no queda espacio para las buenas personas, y, hay que ser un hideputa con todoquisqui para sobravivir. Yo no soy así. Prefiero alejar de mi vida cuanto me hace daño antes de convertirme en algo que no soy. Nos odian por eso, por ser diferentes y no entrar en su cruce de navajas. No vamos a cambiar porque nos hagan daño incluso los más cercanos. Hoy en día la palabra amigo pierde todo sentido con el 90% de las personas que te rodean, son simples conocidos, o simples interesados por algo. En el fondo les molesta que seamos diferentes e intentemos seguir siendo buenas personas y que intentemos lograr nuestros objetivos sin perjudicar al resto o a causa del resto como hacen ellos. Somos diferentes. Si tengo que elegir una vida, elijo la Vida Pirata. Somos diferentes y no nos van a cambiar. Por bandera una ilusión y sin puerto ni mar que defender. Dónde nos lleve la corriente y con la luna llena de esperanza.

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