viernes, 31 de octubre de 2008

Sólos para siempre

Creo que son cerca de las 4 de la mañana y hace un frío que mata. Es esa clase de frío que te llega hasta los huesos y puedes incluso sentir como te va invadiendo por dentro y acabas tiritando. A pesar de ir caminando, sin un rumbo bien establecido pero con la intención de llegar a casa, el frío hace tiempo que me ha ganado su particular batalla contra mi. Normalmente no estaría para ponerme a reflexionar sobre mi vida en estos momentos, más centrado en mi propia supervivencia que en otra cosa y concentrado en entrar en calor con cada paso que doy. Desde hace una hora recorro las avenidas desiertas de gente pensando que por enésima vez, mis supuestos amigos íntimos, se han reído a mi costa y me han vuelto a humillar. Me invade un extraño calor por momentos, debe ser que la rabia e ira que por unos instantes he sentido, se ha convertido en energía y llama para pelear el frío. Me gustaría poder acertar en que momento de mi vida he sido el más tonto del lugar, en que soplo de incomprensión me he dado cuanta que estoy rodeado y a la vez solo desde hace tantos años. No podía ser de otra forma y me han vuelto a infravalorar en mi propio grupo de gente, más preocupados estos en sus propios logros personales, que en la preocupación por el individuo más cercano. Personas que no tienen los arrestos o atrevimientos de poder mirar más allá de su propio ombligo. Probablemente porque de hacerlo se darán cuenta de que son unos canallas y durante toda su vida se han comportado como unas viles personas. De mirar más allá de si mismos, podrán comprobar que son lo peor de esta sociedad: la falta de compañerismo, amor y sobre todo mínima preocupación por lo que te rodea. Tal vez sea que está escrito en mí ser diferente en ese aspecto, y por lo tanto, tiendo a preocuparme por la gente que importa, o con la que por lo menos has permanecido desde tu infancia. Personas como digo, sin valor para enfrentarse a la vida, más preocupados por su propia autosatisfacción que les da miedo el resto. Cobardes y miserables personas con negra alma. También puede que empezar a desembarazarme de personas a diestra y siniestra sea desde hace tiempo la mejor forma de pintar mi vida. Apartamos a las personas con las que no contamos y a pesar de tener que convivir con ellas te importa una mierda porque, han aparecido puntuales destellos de amistad en tu vida que han significado más que lo aportado por el resto en toda tu mísera existencia. En un preciso lugar, en una hora concreta se darán cuenta de que son unos auténticos trepas de la sociedad, movidos por el interés y por el favor, más que por el amor y la bondad. No quiero compasión, yo no la voy a tener. Desde hace dos días, he decidido dar carpetazo de verdad a esta etapa de mi vida. Voy a estar en este grupo de gente, simplemente por puro interés, apareceré cuando me venga en gana, desapareceré cuando no me apetezca que se sepa da mi, se contará conmigo en los momentos en los que yo quiera. Si, me he convertido en un cabrón con los que me importan verdaderamente una mierda pero, la vida me ha enseñado en que o matas o mueres y que el rollo de “vive y deja vivir” es una fantasía Disney. Me acerco ya a casa y las luces de la farmacia me despiertan de mi pequeño lapsus que he tenido, va siendo hora de llegar a casa, son prácticamente las 5 de la madrugada de un viernes de finales de Octubre. Estoy ya en casa. El calor de la cama me devuelve a mi calma y pienso en la gente que me aprecia y cuenta conmigo. No puedo evitar dormirme con la sensación de que no soy el único que se siente solo, todos ellos están solos y la diferencia es que ellos están SOLOS PARA SIEMPRE.

Confía en mi

Confiar, que palabra tan simple y que complicado darle sentido a lo que pide. "Confía en mi". Aun se me clavan esas tres palabras en la cabeza cada vez que pienso en los labios que las pronunciaron. No resulta facil confiar en una persona después de comprobar que la palabra se toma demasiado a la ligera hoy en día. Como olvidar esos labios que prometían el mundo y que con el tiempo me relegaron al olvido. Es horrible el miedo que puedes llegar a cogerle al mundo, no se puede contener toda la marea de sentimientos, y todo ello por el simple temor de no poder volver a confiar. No nos damos cuenta que confiar en alguien consiste en tener fe ciega en esa persona y si no existe ese vínculo místico nos matan, aparecen las caras tristes y el sentimiento de haber sido traicionado. Esas palabras que salieron de su boca aquella tarde se quedaron vacías varias semanas después cuando recibí un correo de un amigo en el que se podía leer: Tengo que decírtelo y se que no es el modo pero cuanto antes lo sepas mejor: Sara ha estado con otro.
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Tan frío como real era el correo. ¿Para que andarse con rodeos? Los disparos cuanto más rapidos y mortíferos mejor, por lo menos te evitan la agonía de desangrarte o de sentirte estúpido ante la cuestión. La escribí de inmediato y simplemente le puse: "Cafetería Astoria a las 5, se puntual. Tienes algo que contarme"
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Ella sabía o por lo menos presentía que su escapadita con aquel tio era ya una cosa que yo sabía. Puntual como el mejor reloj suizo apareció en la cafetería en la que habíamos quedado. Estaba preciosa, tan bonita que hacía daño mirarla pero no dejaba de ser desde hacía pocas horas mi más mortal e íntima enemiga.
- ¿Qué te pasa? - Dijo algo entre disgustada y preocupada. Parecía que mi aviso tan corto y conciso le había molestado.
. - Muchas cosas, entre otras que hay veces que es mejor no ver, no oir y no entender el mundo - Dije con tono indiferente. .
- A veces es mejor no entender el mundo - hablaba mientras cogía un pitillo - ¿Qué coño te pasa? .
- Pasa que has estado con otro y...- Su tono finalmente me había sacado de mi indiferencia y me había cabreado - que me has tratado como un gilipoyas. No te vas a reir de mi eso es algo que no voy a consentirtelo ni a ti ni a nadie, voy a pelearme con medio mundo si hace falta con tal de que me respeten. Hace unas horas me lamentaba y maldecía al puñetero cielo por haberme hecho esto. Ahora ya no me lamento, incluso daría las gracias por haberme abierto los ojos. Tan ciego estaba y no me daba cuenta de que estaba con una persona tan ruín, cobarde y despreciable que podría hacer algo semejante.
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- Lo siento...no quería hacerte daño - le tenblaba el pulso, tal vez nunca habría imaginado que tendría valor para decirle aquello. .
- ¡No me vengas con esas ahora! - Acababa de decir las palabras que más odiaba en el mundo "no quería hacerte daño" - Y resulta además que me lo veía venir, no es normal que quedes con un amigo más que con tu puñetero chico, y menos para ir al cine, para ir a cenar solos...y yo como un idiota dicíendome que solo eran amigos, dejándome convencer por tu promesas y tu "confía en mi" una y otra vez. Permitiendo que me manipularas con probablemente falsos abrazos forzados y hablandome de nosotros dos. . Me levanté para irme y justo cuando pasé por su lado me cogío de la mano y mirándome con cierta tristeza dijo:
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- Dentro de un tiempo seremos amigos...¿Verdad? - Casi parecía un ruego.
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- Claro...confía en mi - respondí guiñándole un ojo. .
Me alejé y dejé en aquella cafetería casi un año de mi vida sin imaginarme que nunca más volvería a estar con ella. Hasta el día de hoy sigo sin saber nada (ni ganas de hacerlo) de ella. No pude evitar que una lágrima me cayera mientras por una extraña casualidad sonaba una y otra vez en mi cabeza la canción "El equilibrio es imposible" que tan genialmente compusieron nuestros amigos del grupo "Los Piratas".
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Confía en mi nunca has soñado
poder gritar y te enfureces
es horrible el miedo incontenible
entonces ven dame un pedazo
no te conozco cuando dices
que felices que caras mas tristes
que caras mas tristes.
Ella sabe y presiente que algo ha cambiado,
¿Dónde estas? no te veo, es mejor.
Ya lo entiendo ahora, ya no me lamento,
no sigo detras, ¿Para qué?
Si cada vez que vienes me conveces,
me abrazas y me hablas de los dos
y yo siento que no voy
que el equilibrio es imposible
cuando vienes y me hablas de nosotros dos,
yo te dire que no yo te sigo
porque creo que en el fondo hay algo.
Ella no me imagina cazando en los bares,
viviendo deprisa, ¿Para qué....para qué...?
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No he vuelvo a coincidir con ella en más de dos minutos y en dos raros encuentros puntuales en dos sábados de madrugada. Confiar, que palabra facilmente utilizada y que nos repercute para toda la vida. Ahora ha llegado una etapa en la que me pregunto si debo de darle permiso a otra persona para que utilice esas tres maravillosas palabras: confía en mi.

Buscando un arcoiris

El arco iris raramentes aparece, y cuando lo hace y has perdido la oportunidad de poder tocarlo, maldices tu mala suerte. Tal vez hayas intentado por todos los medios tocarlo y egoista de el halla preferido ocultarse tras las nubes o simplemente desaparecer. En algún sitio sobre lo alto del arco iris alto hay un tierra donde los días son azules y los sueños que desafías a soñar realmente se realizan. Lejos, tras mucho tiempo, quizá llegue un día en el que lo pueda encontrar. Recuerdo una historia que me contó mi abuelo en aquellos tiempos en los que mi arco iris desapareció de repente. Cuentan que un soldado tuvo que marchar a la guerra y se tenía que despedir de la princesa. Me contaba mi abuelo desde una forma cómplice y que me hizo comprender que la perdida de alguien no es el fin de la batalla de la vida. Aun recuerdo aquella historia como si me la hubiera contado ayer. "El casco le asfixiaba, el escudo le pesaba y dejó caer la lanza. No le dice adiós, es un hasta luego. No le dice que la quiere, no hace falta. La mirada basta para poder decir todo lo que ha callado: "Hasta pronto, mi princesa, mi reina, mi sol". Se quitó el casco porque no le dejaba ver, el escudo le desequilibraba para poder arrojar la lanza y llegar a su objetivo. La mira por un instante, sabe que cuando se de la vuelta su reina la estará mirando. No habrá tiempo para mirar atrás, en este instante tiene que seguir adelante y partir a la batalla sin que su mirada cristalina y acuosa entristezcan a su princesa. Sabe que ella la estará esperando, es lo que más le llena de coraje en el camino. No hacen falta las palabras, ella lo sabe tambíen. La mirada desvela lo que sienten. Se comunican mediante el viento, mediante el aire. Allí donde esté, allí donde vaya a luchar sabe que su reina la estará esperando siempre fiel, cariñosa y en pie aguardándolo que aparezca una noche para estar por fin juntos. Lo último que gritará en la batalla será su nombre." No ha vuelto aparecer ningún arcoiris pero, no pienso perder la oportunidad de tocarlo tal y como me enseñó mi abuelo: Si hay vida, hay motivos para luchar por un mundo mejor.

Puñales traicioneros

En ocasiones nos sentimos solos en nuestras vidas. Tal vez sea porque las personas que nos rodean no nos hacen ser tan especiales como nos gustaría, o, simplemente porque las personas con las que se presuponen más íntimas se convierten en una auténtica estafa. A veces, sientes un nudo en el estómago cuando piensas en cada puñalada que te han dado por la espalda. No puedes evitar cerrar los ojos y notar que esas ausencias en tu vida van a marcar un antes y un después y, es que, esas personas van a dejar una marca que el transcurso del tiempo puede que no acabe borrando. Entonces decides alejarte de esas vidas tal y como vinieron a ti; sin hacer ruido y de forma lejana y fría. Y sin embargo, cuesta tanto olvidar esas personas a pesar de todo el daño que hayan podido provocarte. Hoy he vuelto a entender que las personas que apartas de tu vida no tienen valor personal. Nunca deberías de pensar en aquello que jamás volverá a ser igual. Una vez dado un nuevo rumbo con esta gente, no puedes permitirte ni un ápice de compasión por ninguno y menos derramar una sola lágrima. Las cosas que decidimos en un momento de la vida tienen su eco sobre el resto de ella. Hay que limitarse a marcharse a vivir dónde no habitan ni olvido ni dolor, allí dónde cada vez que intentas coger otro camino no hay miedo a caerse o tropezarse en el. No pensar jamás en que ocurrirá si se nos vuelve a ir la luz y te encuentras en mitad de la calle sin saber muy bien en quién confiar, porque, esta vez vas preparados con velas que nos enseñarán a encontrarnos. Esos pequeños destellos de luz son la poca gente decente que nos rodea, esa gente a la que de verdad podemos denominar: Amigos para siempre. El suelo de la vida no puede vestirse jamás con hojas de un adiós. El destino de la vida es ser feliz y hoy me he propuesto que cada día el sorteo me toque a mí. No voy a pedir a nadie permiso para vivir, no voy a permitir que nadie guíe mi vida, no voy a dejar que ninguna persona amargue mis deseos de ser feliz. Es sencillamente lo más feliz que se pueda simplemente por molestar a todos los que no lo desean. La vida es un continuo tejemaneje de putadas y traiciones hasta que te das cuenta de que con todas ellas te puedes hacer un llavero porque no te importan verdaderamente un carajo. ¿A quién le importará que vaya mal afeitado, vista como un yonki o me pase por la vida sin un duro? Es mi vida, y todo lo que me critiquen no importa. Por mucho que la oscuridad me marque el camino quedan unas poquitas velas que nos ayudan a seguir por el. Hoy es el momento. Ahora es el lugar. No me importa lo que se diga de mi, mi estilo de vida es lo que me hace diferente. Una vez recibido tantos disparos a quemarropa no te queda más que levantarte y agarrate bien fuerte de las manos que te han ayudado de verdad. Esas manos que han estado ahí sin que te dieras cuenta. Esas personas que han pasado de ser poco a ser un todo en tu vida. Esa gente que ya sois parte de mi cada vez más pequeño círculo de la vida. Parece que ya no queda espacio para las buenas personas, y, hay que ser un hideputa con todoquisqui para sobravivir. Yo no soy así. Prefiero alejar de mi vida cuanto me hace daño antes de convertirme en algo que no soy. Nos odian por eso, por ser diferentes y no entrar en su cruce de navajas. No vamos a cambiar porque nos hagan daño incluso los más cercanos. Hoy en día la palabra amigo pierde todo sentido con el 90% de las personas que te rodean, son simples conocidos, o simples interesados por algo. En el fondo les molesta que seamos diferentes e intentemos seguir siendo buenas personas y que intentemos lograr nuestros objetivos sin perjudicar al resto o a causa del resto como hacen ellos. Somos diferentes. Si tengo que elegir una vida, elijo la Vida Pirata. Somos diferentes y no nos van a cambiar. Por bandera una ilusión y sin puerto ni mar que defender. Dónde nos lleve la corriente y con la luna llena de esperanza.

Despedidas desde Saint Jean

Hace ya un tiempo de toda esta historia y aun noto esa mañana helada en mis manos cada vez que lo recuerdo. Era mediados de Septiembre de 2007 y tras una semana conviviendo con María, en la modernísima y espectacular Burdeos, tenía que regresar de nuevo a casa. Había llegado a Burdeos el lunes por la noche tras una inesperada llamada de María pidiéndome auxilio desde Burdeos:
- No soporto estar sola y casi 2 meses hasta que nos volvamos a ver, – su voz entrecortada denotaba cierta agonía - no consigo hacerme a este sitio, por favor ven la primera semana conmigo, no voy a poder soportar estar sola…
Bueno supongo que la contestación por mi parte esta más bien clara: cogí el primer tren rumbo París con escala en Burdeos. A pesar de que ella parecía muy triste, tengo que reconocer que su llamada me marcó una sonrisa, ya que, iba a volverla a ver antes de lo esperado. Llegué a la estación de Saint Jean pasadas las 9 de la noche y allí estaba ella esperándome. Tras 4 días intensos en los que compartimos mil y un historias, en los que fuimos uña y carne, en los que lo primero que veía al despertarme era ella junto a mi, llegó el día en que había que regresar al mundo real. Desperté ese fatídico viernes y me incorporé para mirarla. Estaba dormida y tras unos segundos mirando el techo pensativo, decidí asomarme a la ventana cerrada. Una nieblilla cubría toda la ciudad universitaria y predecía que iba a ser una de las tantas mañanas en las que helaría de ahí en adelante en Burdeos. Me senté sobre la cama y desperté con un beso a María, se empezaba a hacer tarde y debía de coger un tren. Llegamos sin problemas hasta Saint Jean con el tiempo justo para despedirme de ella con calma. Sin embargo, las estrellas no debían de estar por la labor ese día, ella decidió que lo nuestro no tenía futuro.
- Lo siento pero creo que la distancia hace imposible que sigamos juntos…yo te quiero mucho pero tendremos que aplazarlo hasta que termine el curso y vuelva de Burdeos…
El tren llegó en ese preciso momento interrumpiendo la megafonía las palabras que en ese momento eran como losas. Una mezcla de rabia y frustración me invadió. La miré por última vez antes de subir al tren y me di cuenta, al no poder enfocarla con claridad, que las lagrimas me cubrían los ojos. Tragué saliva y con un último aliento de fuerza me dirigí a ella vagamente:
- Sólo…
- ¿Solo qué? – dijo María viendo que se acababa el tiempo de aclarar las cosas.
- Sólo…- respiré profundamente para sacar valor -sólo me has utilizado. He sido el payaso de tu circo hasta conocido gente. Sólo me has utilizado para estar conmigo unas noches, matar el mono de estar con alguien y no sentirte sola. Las personas que juegan con el corazón del resto son lo más despreciable de este mundo. Tenía muchas ilusiones puestas en ti y he visto que era cierto eso que me habían anticipado: No eres más que una persona inmadura que andará dando tumbos de relación en relación simplemente por buscar a alguien que le convenza.
Antes de que dijera nada ya estaba sentado en el tren mirando por la ventana. Ella seguía ahí quieta mirándome fijamente con la cara entristecida. Supongo que había dado en el clavo y estaba pensando en lo que le había dicho. No pude evitar mirarla a los ojos y sentir algo de lástima por ella. Para cuando empezaba a compadecerme de ella, el tren empezó a alejarse del andén. La seguí con la mirada los últimos metros de la estación y me di cuenta de que esa pobre chiquilla no sabía lo que quería en su vida. Cerré los ojos para tratar de digerir todo aquellos y de alguna forma para evitar que más lágrimas se me escaparan.

Cuatro días después, me llegó una noticia probablemente esperada: ella estaba con un gabacho de Burdeos. Visto lo visto, me había quedado claro que no era chica de una sola relación y que iba a acabar con el primero que le abriera la cama. Me quedó el consuelo de pensar que, era una persona por la que no merecía la pena ni un solo segundo de tristeza. El tren de lo nuestro se escapó aquella helada mañana de Septiembre en la estación se Saint Jean y creo que en el fondo tengo que dar gracias a ese maravilloso tren.

Café en Viernes

Hoy es viernes así que he pasado como buenamente he podido mi personal resaca esperando a mi buen amigo Borja. Tocaba café debajo de mi casa, al sol de Octubre, justo en la terraza del bar que tenemos en la plaza. Las gafas de sol tratan de disimular las ojeras que desvelan una falta inmensa de sueño. Anoche fue una de esos momentos en la vida en que te planteas seriamente tratar de evitar ciertas cosas como has aprendido. Era noche de reencuentros y desencuentros en un sitio donde es imposible evitarlos. Alguien me dijo una vez que es mejor dar la espalda a todo aquel que trata de hacerte daño y no enfrentarte a el. Los enfrentamientos no traen nada bueno y hay que saber darse la vuelta y tragarte las palabras para evitar una mayor gresca. Empieza a oírse una canción en la lejanía. Me incorporo y me giro para tratar de situar esos versos en una cara y una voz. Me mira el camarero, ahora ya amigo íntimo desde que pasamos todos los viernes del curso ahí sentados, y me hace un guiño cómplice como diciéndome: Va por vos. Estos argentinos tienen guasa los jodidos, parece que me ha leído el pensamiento y sabe tal y como me encuentro ahora. Me centro en la letra de esa canción y localizo el autor. El maestro Sabina y su tema seis tequilas me tranquilizan.
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-Me falta una mujer,
me sobran seis tequilas,
no ver para querer,
malditas sean las pilas
que me hacen trasnochar
echándonos de menos,
echándome de más,
almíbar y centeno.
Me falta un corazón
me sobran cinco estrellas
de hoteles de ocasión
donde dejar mis huellas,
con nada que ocultar,
con todo por delante,
Goliat era un patán,
David era un gigante.
Cómo decía antes, los encuentros a veces son inevitables por mucho que te conciencies en evitar y zigzaguear a una persona, finalmente te acabas topando con el sujeto en cuestión. Lo tenía cara a cara y me miró de arriba abajo con cierta indiferencia. Comenzó su particular bombardeo verbal mientras yo intentaba aguantar el tipo. Busqué en el horizonte una cara amiga que me aliviara y me diera especiales ánimos para evitar contestar aquel ataque frontal en toda regla. Tras varias rondas de navajazos a quemarropa en forma de reproches por fin empecé a ver que escampaba. Como me había enseñado la filosofía, llamémosla “Made in Z”, me di media vuelta y dejé al sujeto en cuestión con ganas de una respuesta. Si hubiera respondido lo más probable es que habría aprovechado este sujeto para lanzarme nuevos dardos y yo, no estoy por la labor de facilitar al personal esta tarea. Olé por ti chaval, eso es aguantar delante de un miura y no lo que hace el José Tomás. Sabina me devuelve a la realidad mientras remuevo con cierta indiferencia el café:
Aunque en parte soy juez
de un nunca, de un tal vez
de un no sé, de un después,
de un qué pronto...
En asuntos de amor
siempre pierde el mejor,
no me tomes tontita por tonto.
Me falta una verdad,
me sobran cien excusas,
qué borde es la ansiedad,
que pérfidas las musas
que nimban a cualquier
pelanas con su foco,
que cobran alquiler,
con tangas y a lo loco.
En esos inciertos momentos de la noche sentí el calor de gente que por desgracia no está más tiempo compartiendo mi vida. La distancia o simplemente los quehaceres de la vida nos impiden mantener una relación más estrecha. Una silueta aparece por la esquina de la plaza concierta prisa. Es mi querido amigo Borja que llega tarde probablemente porque se ha quedado dormido. Mientras llega hasta en la terraza del bar apuro el último sorbo de café y me sumerjo cerrando los ojos en los últimos versos de la canción que está tocando a su fin:
Deja, por compasión
que entone la canción
del chaval que escapa de la infancia
en la estación de Francia.
Parece que el equilibrio en la vida es imposible pero ciertas personas nos recuerdan que no es así. Esta última estrofa me hace acordarme de la despedida, bajo un cielo gris y lluvioso, en la estación de St. Jean. Tendré tiempo de hablar de esa despedida de Burdeos en Septiembre de 2007 pero, esa etapa aun tiene heridas sin cerrar y puede que sea pronto para hablar de ello ¿O tal vez no?

¡¡ Quiero gritar !!

Hay veces que la rabia te corroe por dentro cuando ves a la persona por la que habías hecho tanto traicionarte de la forma más cruel. Son esos momentos en los que te entran las ganas de gritar contra el cielo y explotar. Y sin embargo, momentos después no puedo evitar sacar una sonrisa sarcástica cuando me ha mirado de lejos y he pensado: "Que te jodan, me he librado de tus garras". Por eso ahora tengo unas ganas inmensas de levantar mi puño como un boxeador en señal de victoria y decir que hay que estar con la persona equivocada para darte cuenta de lo que realmente vales y lo que valen en comparación. A veces la insensatez nos hace estar con personas que no merecen la pena y tenemos que tropezar con ellas para ver realmente si somos capaces de levantarnos después de otro tropezón. Alguien dijo una vez: "Caerse está permitido, levantarse es obligatorio". Que razón tenía este tio.
Es que hay gente que su vida se cree que está guíada por una luz divina que los hace especiales y su propia ignorancia y estupidez ciega su prespectiva de la vida. Son como pastores que están acostumbrados a llevar por donde quieren al rebaño y en el momento que una oveja les muerde se asustan. Yo soy esa oveja, me he dado la vuelta y he decidido que no iba a seguir por la senda que esa persona me marcaba. La respuesta de mi particular pastor ha sido desacreditarme delante del resto del rebaño. Niñas pijas de hoy que se piensan que pueden controlar siempre a las personas. Conmigo la lleva clara, tengo conmigo la fuerza del desengaño, la mala ostia y sobre todo un millón de humillaciones sufridas por pastores de otras épocas.
Puede que mis errores a veces durante un tiempo me persigan per,o pasado ese pequeño margen de error vuelvo a estar seguro de que el camino es el que había que tomar y que es inevitable dar la espalda a una parte del mundo. Por esto no voy a dejar que me castigue una parte del peso de esta sociedad tan rara y tan antisocial a su modo. Hay momentos en que si que es verdad que gritas contra todo y nadie escucha. Aunque a veces lo sientas, no estás ni mudo ni solo en esta lucha contra su bandera y todo lo que representa. Lo peor de todo para ellos es que, no me callarán porque cada día tengo más fuerza y hay que seguir viviendo.
Tenemos cada noche para seguir riendo, bebernos la luna y que no se nos caiga en los momentos malos el cielo.

Aprovechaos y gilipoyas

Hoy es un día de esos que te das cuenta de que la gente solo se mueve por el interés. Cuando se acuerdan sólo de ti por razones de interés propio y por su necesidad o supervivencia. En ese momento te das cuenta de que en general el mundo se mueve por estos impulos. Te das cuenta que para esas personas vales francamente una mierda y que solo les importas mientras tengas lo que necesitan en ese momento. En el instante en que consigan su ansiado premio serás de nuevo un cero a la izquierda en su agenda de teléfonos. Hoy es un dia de esos en los que te dices: No merece la pena ni perder el tiempo con esta gente. Que les den. Puerta y a seguir el camino dándo la espalda a estos personajes. Aunque ello conlleve a eternas miradas de odio y rencor, es mejor tener un millón de enemigos a ser esclavo de un millon de hipócritas. De ti no se rie nadie. Parece el lema de una banda chunga del Brooklyn pero, es lo cierto. Un sólo paso atrás para coger impulso y decirles que contigo no cuenten para ser su salvavidas de última instancia.
Hoy es ese día en el que me he enfrentado a un trepa de estos, hoy es ese día en que recuerdo las noches sin dormir por cada puñalada trapera que me dio esta gentuza. Un día que me han entrado unas ganas inmensas de volver a salir con una sonrisa por delante y vivir la vida como si cada día fuera el último. Esa clase de momento en que te dices que hay que empezar un viaje sin pararte a pensar y sin final. Pensar que no hay nada que perder, que la vida no tiene final, robarle cada instante a la muerte, aprovechar cada oportunidad como si fuera la última, robar el futuro que no existe y poner el mundo del revés.