lunes, 26 de enero de 2009

Largo Invierno

Nueva luna estrenando cielo gris y oscuro, en un 27 del que parecía otro triste Enero más en la agenda. Cuando parece que no hay nada entre las manos, entre el concepto ser o estar. Si somos lo que sentimos, sentía hasta hace poco que no estaba. Si tengo que explicar porque no estaba no hay palabras para poder hacerlo hasta que ha aparecido este extraño Enero en la vida. Pero de todo se aprende y no hay lágrimas que valgan ir tras un misterio cuando frente a ti aparece algo que te da la certeza de que nada va a volver a ser igual. Porque ahora ya nada es igual. Abrir los ojos y contemplar el mundo, que antes creía falto de cariño y color, lleno de vida. En esas ocasiones en que vale más que se presente tarde una estrella a que no fuera aparecer nunca. Y si lo piensas y lo intentas todas las heridas han merecido la pena si realmente las cosas van cogiendo el cauce que deberían. Porque no hay nada mejor que hablarse y entenderse, hacer que la tapa encaje poco a poco en la olla. .
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A veces pienso que ha sido el destino, tal vez el que me ha tenido que dar esta oportunidad, pero también ha sido el largo camino el que ha conseguido darme el temple y la capacidad de no tener que echar tanto de menos y tanto la estrella polar que hasta hace poco ni existía. Y es verdad, que en momentos he perdido la calma, he perdido grados de cordura, he perdido mi personalidad por instantes, he perdido densidad de sentir y capacidad de ser yo. Pero ahora hasta aquí hemos llegado, ahora ya no hay vuelta atrás. Si te digo lo que veo, si te digo lo que pienso, tal vez podamos hacer una Luna con todos los papeles hechos por las palabras y canciones que ahora se pasan por la cabeza. Porque lo cierto es que había perdido la inspiración para poder pensar en en canciones que compartir y palabras que escribir...sin saber por qué.
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La Estrella Polar, reina de las estrellas en el firmamento ha vuelto ha devolver mi barco a su puerto. Es la que guía, la que protege y la que logra poner a salvo a toda la tripulación de mi pequeño navío, ahora ya con más rumbo. En aquellas noches frías de invierno, tan solo, tan aislado, es cuando realmente aprendes a valorar el calor humano. Sólo en un universo perdido, interpretando un frío papel en una obra de teatro en la que tú eres el protagonista pero que nadie ve. Rodeado del frío, que te hace quedarte adormilado, al borde de la congelación, parándose las pulsaciones, cada vez más lentas, cada vez más débiles, cada vez más en otro mundo que en este. Y de repente, cuando no esperas que ocurra nada, aparece un pequeño ápice de luz, un pequeño rayo de calor que te devuelve a la vida. Como los primeros rayos del sol de primavera que caen sobre las ansiosas y moribundas plantas, machacadas, ajadas, destrozadas por el largo invierno.
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Ha sido un invierno muy largo, desde aquel tiempo en el que por última vez un poco de primavera alumbró mi vida. Parece que escampa. Parece que empieza a haber calor en la vida.

Superficialmente importante

Aquel día cogí el tren rumbo a Roma. Sabía que me quedaban 16 hora de viaje largas y lúgubres, entorno a un tren que parecía más oscuro en aquella noche sin luna. Me acomodé en el compartimiento 74 B, en el final del último vagón. Me acomodé enfrente de un anciano canoso y con una poblada barba, tenía una vieja radio consigo y se oía de vez en cuando fragmentos de una emisora local. En ese momento la radio había sintonizado perfectamente una emisora de música y comencé a escucharla mientras me quedaba adormecido en el banco del compartimento. Miré por última vez las estrellas y el paisaje: Todo era negro y triste allí afuera. Escuchaba aquella canción, como decía, con aire distraído, pensando en cosas que realmente son secundarias en la vida y que por alguna extraña razón le damos más importancia de la que debemos. Esas pequeñas cosas que se convierten en un mundo si las trasladamos de lo supérfluo a lo importante, de la pequeñez al caos. Aquella canción sonaba algo así como:
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" ¿Cómo estás? Vengo a verte, quiero un rato para charlar, cuesta aun reconocerte tras la última andada. Me pasa que, sin más, el sentimiento se me va. No es grato pero es real, sensible al viento y al dudar. ¿Quién me coloca en todo esto? ¿Quién me envenena con los sueños y me sumerge en descontrol? En ansias de paridad, pánico y placer. "
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Esa canción nunca pude quitármela de la cabeza y me recuerda a aquel viaje del que nunca llegué a regresar del todo. En un sucio estante de la conciencia se guardamos los espejismos de las cosas que nos han echo daño y jamás las abandonamos del todo. A veces cuesta buscar las ganas para seguir y resulta que empeñarse en tragárselo todo es la peor forma de sufrir. La habitación de la mente es tan amarga como las sombras y fantasmas que hagas que vivan en ella. La soledad jamás debe conllevar a la rendición y por supuesto, la ansiedad nunca puede hacer caer el muro de la personalidad. La mejor forma de pudrir una mente es atarla al pasado, la vida necesita transcurrir, es más, no sólo necesita sino que exige pasar páginas en blanco. La desolación aunque a veces esté atravesada en medio del corazón acaba terminándose. No hay mal que 100 años dure, ni persona capaz de vivirlos. Hay que olvidar que hubo alegrías, vivir las que quedan y masticar cada suspiro de aire que tomamos.
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El mundo sin color es una broma cruel y observarlo pasar como el que ve llover es estar sencillamente muerto.

jueves, 22 de enero de 2009

Una pequeña dama

Me da por recordad dónde fuiste y dónde estarás. Quizá sea tarde ya para reproches, quizá sea para pensar que falla en tu cabeza, qué diablos pensabas en aquel momento. Qué hace a dos personas dar con un golpe de timón al destino de una vida por la brava. Debía de poderse eliminar la esquizofrenia-paranoica a la hora de firmar el contrato de unión mística de dos personas. Más de una pareja me parece que no habría superado el casting de haber sabido como se las gasta el personal. Tampoco merece la pena deshojar y averiguar realmente que pasa por la cabeza de una persona que puede con toda frialdad engañar al ser que ama. No solo engañarlo, sino tener el santo valor de además con esa frialdad que a veces sólo tienen las mujeres y que con esos ojitos tan azules, tan angelicales, pueden convertirse en el mismísimo Diablo. Son cosas que parecen inherentes a ellas, casi desde pequeñas, sin darse cuenta son capaces de hacer esas cosas, aunque muchas de ellas aun no sepan que tienen esa extraña facultad o realmente los ojos sean el verdadero espejo de su alma.
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Me asusto y corro a pedir perdón
me pone malo esta situación
porque siempre al final algo falla
nos vino a visitar la cruda realidad
entró sin llamar
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Pero como digo, no hay tiempo para las historias tristes ni los reproches. De un día para otro hay que verlas venir y tal vez el, mayor error que cometamos sea no prevenirlo. Si bien es cierto que muchas veces la opinión infecta nuestras mentes, hay que saber escuchar a un amigo que previene de que el Diablo puede tomar las formas más bonitas del mundo. Incluso al fin del mundo hubiera marchado sin dudarlo un instante si me lo hubiera pedido. Son cosas que se piensan en esos momentos y que, desde luego, ahora no acompañaría a aquel fantasma de mi vida más que al mismísimas puertas del Hades. Y sin embargo, aun algunas noches no puedo quitarme ese fantasma que me ataca en los sueños, me envenena con sus susurros en el oído y me hizo, durante un tiempo, sentirme engañado por la vida. Es verdad que no soy gran cosa, que cualquier tipo un poco mejor que yo es algo de mejor partido. Claro que la vida tiene sus formas curiosas de venganza y aquella pequeña dama acabó con un galán de otras tierras, pero totalmente sicótica y paranoica. Tal vez no debías de haber apuntado tan alto nena, yo soy un chaval de barrio, más simple que el mecanismo de una boina, pero que sabe lo que cuesta ganarse las cosas y que la felicidad no es eterna.
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Al contrario que aquella mujer, lo suyo me costó ganarme lo mío, cada palmo de terreno que ahora tengo y que defiendo como gato panza arriba. A pesar de que de vez en cuando se pasea pavoneándose por el barrio se que en el fondo no siente más que lástima por ella misma y eso...eso realmente es lo que hace ser una persona tan desesperada y penosamente triste.

martes, 20 de enero de 2009

Sin tiempo para la honradez

La fuerza que a veces nos falta para llegar a nuestra metra está mas cerca de lo que pensamos. Se puede coser un botón sin necesidad de hacer un nuevo agujero, se puede coger un tren sin tener que pararlo y se puede llegar a la meta sin haber aprendido absolutamente nada. Pero admitamoslo, es engañarnos a nosotros mismos. Las cosas faciles y hechas no tienen ningún merito. La caridad para los cristianos. Lo que poco cuesta, poco se aprecia. Es cierto, a veces la tentación de robar la oportunidad de hacer las cosas por la vía rapida es una tentación muy fuerte. Pero ni yo soy un D'artagnan como el de los tres mosqueteros que va intentando cuadrar su vida por la vida honorable, ni tengo intención de serlo. Prefiero tener que jugarme mi vida con una baraja de cartas a tener que ir siempre pensando en que es lo bueno y si habré aprendido de todo esto o no. El día que pintan oros hacemos una cosa y el que pinten espadas nos apañamos de otro modo por muy poco honrado que sea. Ya lo decía mi abuelo cuando contaba historias de su niñez: Más vale tirar una cuchillada fea a tiempo que tener dos palmos de la navaja ajena metidos en el pecho.
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Frente al cabo de poca esperanza arrié mi bandera, si me pierdo de vista esperadme en la lista de espera, heredé una botella de ron de un clochard moribundo, olvidé la lección a la vuelta de un coma profundo.
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En las batallas de la vida no siempre se gana o se pierde, a veces solo se aprende. Se aprende a mantenerte para la próxima vez alejado del tiroteo y que se maten entre ellos. Suena a cobarde pero es cierto. Al final las balas perdidas acaban cazando los corazones más grandes, a más corazón más siento para acertar. Es lo curioso de la vida, cuanto más quieres darle más te arrebata. .
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Nunca pude cantar de un tirón la canción de las babas del mar, del relámpago en vena, de las lágrimas para llorar cuando valga la pena, de la página encinta en el vientre de un bloc trotamundos, de la gota de tinta en el himno de los iracundos. .
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La mayoría de las veces los honrados son en morir los primeros en el campo de batalla y los canallas cobardes acaban sobreviviendo. Cosas de este mundo.

lunes, 19 de enero de 2009

Un mundo sin fin

Si la libertad significa algo, decía Orwell, es el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oir. Que razón tenía cuando escribió esto, narrándolo del incomprendido Winston, en el famoso libro 1984. Hoy en día parece que el derecho a pensar, el derecho a decir lo que uno desea, conlleva a que se te califique y tache, desde ese momento y hasta el fin de tus días, de cualquier cosa. Probablemente, correras bulos por ahí de mi persona, que si ha dicho esto debe ser porque es un falangista, si piensa así debe ser un rojo, si te ha hablado de esa forma es un machista, si habla de esta otra forma es un gilipoyas en potencia...y un largo etc. Hasta que no nos damos cuenta de que la gente tiene una imagen equivoca de nosotros no saltamos a defenderla. Hasta que no eres consciente de que estas en guerra con medio mundo y que el otro medio tiene una imagen muy errónea de tu persona, no piensas realmente en saltar del tren y bajarte en la próxima estación. Con estos pasajeros mejor viajar a pie o haciendo auto-stop. Si controlas tu presente, controlas tu vida. Pueden juzgarte por el pasado, pero mientras eso no implique que tienen el control del timón de tu vida, no les servirá de nada. Esto es así desde que el ser humano tiene conciencia para dudar de todo, aprovecharse de todo y más concretamente, matar por matar, no por sobrevivir. Así es el panorama, una sociedad más preocupada por hacer la vida imposible al vecino, que por intentar sacar sus propias castañas del fuego. Podríamos hablar de casos y casos, de fenómenos tan anormales que si fueran investigados por la Santa Inquisición del siglo XVI, los condenarían a todos a arder como malditos herejes.La mentira, la falsedad flota en cada frase que alguien dice. La respuesta a todo esto, es estar siempre un paso por delante, no dejar que nada ni nadie pueda deshonrarte. Porque si bien se tarda una vida en crear una reputación fiable, bastan cuatro mentiras y tres bulos para echar abajo en unos días la honra. Un mundo cobarde, ciego, vengantivo, oscuro, sucio, corrompido, oportunista e injusto. Dónde las mejores personas suelen llevarse los peores palos de la vida. La vida continua, el mundo continuará ayudando y perjudicando, porque es un mundo sin fin.

viernes, 16 de enero de 2009

Un perro y una película

La mujer a la que quería me cambio por otro, y luego va y el escoge a otra, para que de rebote ella vuelva a mi. ¿Paradójico, verdad? Es como si tu en vez de ir a jugar con tu perro decides quedarte en casa viendo la película mala de los domingos, mientras el pobre animalillo te tira de los pantalones porque quiere ir a jugar al parque. Tu decides a pesar de las insistencias en quedarte calentito viendo el dramón de la tele, el animallo cede y se tumba al calor de la estufa. Al rato, viendo el panorama que presenta el pedazo de peliculón que te has decidido poner a ver, decides bajar al perro a que pasee. Entonces el perro te mira con una cara siniestra, cabreado, rencoroso y unos ojos que te dicen: "Ahora va a bajar tu padre". Pues así fue, ella no se quedó con la película y decidió volver a por el perro. Pero el perro ya no quería darle comba, quería morderle la yugular. Pero el cabreo no quita que durante unas semanas, ella tuviera al perro cogido por dónde más duele. Tenía su vida atada al pasado. Ella me la arrebató. ¿Y yo que tengo? ¿Qué me queda? ¿Los recuerdo de la última vez que nos besamos? Nunca crees que va a ser la última vez que besas a alguien. Crees que habrá más, y más, y más. Crees que los tendrás siempre, pero no. El que dijo aquello de, ojos que no ven, corazón que no siente, no tenía ni puñetera idea de lo que hablaba.

Sólo necesitas que pase algo. Necesitas una señal de que las cosas vayan a cambiar. Necesitas una razón para seguir. Necesitas esperanza de que no es un final de nada. Es un punto y seguido en tu vida. Las cosas siempre pasan por alguna razón, esa es la única ciencia exacta. Lo que no debemos olvidar jamás es que nuestros principios no deben variar jamás por las malas experiencias en la vida. Dicen que hay que mantenerse firme y fiel a lo que eres, a lo que has sido, lo que intentas ser, lo que intentas cambiar del mundo y lo que intentas mejorar de el, hasta el momento del fin y tu corazón deje de latir para siempre.

sábado, 3 de enero de 2009

Calles oscuras, inquietud.

Aquella era una noche cerrada, me refiero a que no era como otras noches de Madrid, ese día las calles eran más oscuras de lo habitual, como si el destino supiera que un mal lance se me avecinaba. Apenas las recorrían unos pocos transeúntes y el viento era tan incomodo que helaba las manos, la nariz y las orejas. Me cerré bien la chaquetilla de tela amarilla, me ajusté bien hondo el chapeo del sombrero y metí mis manos en los bolsillos, palpando desde dentro la cazoleta de mi daga, prevenido ante cualquier sobresalto. No sería del todo sincero si no dijese que en aquel momento, el estar a la breve luz de los farolillos de sebo que alumbraban las calles, me causaba cierto sentimiento de soledad y miedo. - El miedo no se olvida nunca – decía mi abuelo Federico - es lo que nos hace darnos cuenta de cuanto valor tiene nuestra vida…mira hijo, una persona sin miedo a la vida, sin miedo a un mal lance, es una persona muerta. El miedo es lo que realmente nos da las fuerzas para enfrentarnos a nuestro destino. Eran realmente tristes las calles de la Villa de Madrid, triste como el siglo que vivíamos, tiempos en los que este país corrupto se desangraba por los tres costados, Las Indias daban más gastos que beneficios, Flandes era una guerra sin causa y sin fin, y por oriente el Turco empezaba a comerse el terreno de nuestra flota del Mediterráneo. Que si este país cosa que tuvo fueron enemigos de todas las naciones dispuestos a pescar en cuanto nos desplomáramos y aun tardamos unas décadas en hacerlo, no sin antes poner bien caro el precio de nuestra derrota, llevándonos por medio cuanto musulmán infiel, holandés hereje, ingles hideputa y francés cobarde se puso de por medio. Pero centrándome en lo que contaba, seguían extendiéndose frente a mi las desiertas travesías, como un infinito espejismo que nunca acaba, como lo es la vida misma, ese inmenso túnel oscuro que no sabemos hasta dónde puede llegar ni en que esquina a va a aparecer un mal encuentro y va a quitarnos el aliento. Como aquellos versos que decían aquello de: Eco de pasos solitarios El miedo no se olvida nunca Me paraliza los reflejos, y la respiración Me acercaba a la Fuente de los Naranjos dónde había sido citado por alguien que tiempo atrás amaba y, en estos momentos, odiaba, temía y de alguna forma me seguía matando cada noche. Yo, aunque mozo de corta edad, era bastante espabilado, por lo que miré antes de entrar en la plaza las posibles salidas en caso de una emboscada y tener que salir de ahí corriendo como el viento del estrecho. Que como me decía mi abuelo, es mejor ser un cobarde veloz que un galán muerto. El caso es que estaba ya parado en la sombra que daba una de las esquinas cuando en la acera contraria vi moverse un contorno y me dirigí hacia el con mucha calma. Aunque permanecía a oscuras y no podía ver su cara, según me fui acercando pude empezar a ver su silueta. Llegué casi hasta su lado y no pude contener lo que se pasaba por mi cabeza. - Qué queréis ahora de mí. Balbucí a pesar de mi intento por controlar mis nervios. Fui levantando la vista hasta clavarla en sus ojos tan azules, tan maravillosos, tan claros como el cielo, como el mar, como la vida misma. Maldita sea si no estaba preciosa. - Vaya, veo que a pesar de ser todo un caballero no os alegra verme de nuevo.
- Cada vez que os veo intentan matarme. Se acerco y me llego su olor, casi se podía palpar. Olía a frutas y a canela. Siguió acercándose y me eche un poco hacia atrás prevenido por si me fuese a clavar allí mismo la daga de misericordia que sabía escondida debajo de ese precioso vestido de seda verde. Me puso sus manos en la cara y se quedo mirándome curiosa, observando y tocando mi cicatriz que tenía sobre la ceja derecha. Me miró fijamente y me beso. Fue un beso corto y tan calido que hubiera derretido la estatua de piedra que había en la fuente de los Naranjos. - A pesar de mi llamada habéis venido. Siempre me gustó que fuerais tan valiente. Tengo planes para vos, si lo conseguís esto será solo el principio de lo que os debo. Ahora, creo que deberíais marcharos. Empezaron a aparecer siluetas de todas las esquinas con las espadas desenvainadas y vinieron hacia mi. Jamás creo que en mi vida corrí tanto como aquella noche. Cuanto más corría más me acordaba de su beso. Qué razón tenía mi abuelo, es mejor tener dos buenas piernas para correr que ser hábil en la esgrima.