martes, 16 de diciembre de 2008

No me quedo

Solo entre el gentío, como un grano de azúcar en medio del Sahara, como un fin de semana en París en medio de un calendario escolar. Solo y frío como el deshielo de los polos que nadie hace caso o quizás una canción melancólica en una madrugada de la calle habitual de los yonkis y drogatas de medio pelo. Tantas veces a la madrugada toca barajar mi propia alma con las estrellas muertas de celo, que amenazan desde lo más inalcanzable del cielo. Todas esas noches que no he dormido y no pude dormir, sin olvidos ni con consuelos, olvidado por nadie y por todos como una flor en un jardín del metro. Decidido a no morir sin contar a alguien quién soy y quién fui. Conspirando en las sombras para atacar a la vida con la daga en mi mano, sin misericordia apuñalar a todo aquel que quiera cruzarse para hacer daño. Sin quedarse ni un suspiro más quieto, esperando que vengan los golpes de cualquier esquina. Yo te miro crecer con la baba mojando zaguanes, y me quedo a dos velas con tan poquita tela que cortarte, malditos Don Juanes. Sufro tu adolescencia como una insolencia que disfruta volviéndome loco, no seas hija de puta, si me das jaque mate, me enroco. Será que toca una vez más levantarse y resucitar de entre los muertos. Volver a alzarse y plantar cara al mundo, hacerle ver que no estás muerto y que a pesar las heridas, a pesar de las mil y un batallas perdidas, no has perdido ni un ápice de tus ganas de demostrarle que vienes a por todas. Si, es verdad, sigues siendo tan pequeño en comparación con tanto mundo que quiere hacer daño, pero incluso el ratoncito más pequeño puede hacer un camino en el bosque si se pierde. Es cuestión de saltar los peldaños, dos a dos, tres a tres. El tren va a partir, no hay excusas o subes o te quedas. Vamos a seguir adelante o no vamos a hacerlo, pero no vamos a quedarnos a pensarlo si podemos o no podemos. No me cuentes tu vida que no es comercial, me decías en e-mail homicida, ya no tienes edad, añadías, basta de despedidas. Y en lugar de llorar, como a mano tenía un pentagrama, empecé esta canción si la acabo me meto en la cama.

Un pequeño puerto sin mar, un pequeño barco sin destino, un pequeño paso en cada grandísimo desafío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.